viernes, 24 de julio de 2015

ADELANTO 1: COMO EL FÉNIX.



ADELANTO 1


─Señorita Ivanova ─Alguien me llama a mis espaldas, me doy la vuelta del brazo de Louis y me encuentro con un hombre, su rostro me es familiar pero no recuerdo su nombre.
Mierda.
─Un gusto verla aquí, creímos que no vendría ya que ahora es la presidenta de Nova’s, permítame decirle que se ve usted maravillosa con ese vestido ─me dice estrechando mi mano que en un algún momento de la conversación le di.
─Muchísimas gracias, no me hubiese perdido esta importante reunión por nada del mundo, es un gusto verle también… ─digo evitando a toda costa decir su nombre, mierda ¿Cómo se llamaba? ¿Arthur? ¿August?─. ¿Conoce a mi primo Louis Chenkov?
─No había tenido el placer… Mucho gusto, Arnold West.
¡Eso! ¡Arnold!
Arnold extiende la mano hacia Louis quien la toma sonriente y con firmeza.
─El gusto es mío, sin duda ─responde mi primo, lanzándome una mirada de “Sé muy bien lo que pasa aquí…” me ruborizo.
─¿Es usted de procedencia rusa también? ─pregunta Arnold a Louis, me siento tentada a decirle que yo en absoluto soy Rusa pero Louis no lo permite.
─Así es, crecí con mi prima en Moscú aunque nací en San Petersburgo ─dice él mirándome, y noto en sus ojos un brillo tierno, sé que en el fondo sabe que aún me siento insegura de mi adopción, y quizá sea la razón por la que me esmero en agradecerle a mis padres, pero Louis por su parte, se esmera en hacerme ver que no hay diferencias de sangre para él, y por eso lo adoro.
─Asombroso ¿Vive usted allá? ─pregunta Arnold mirándonos, estoy segura que nota la poca similitud entre nosotros, y es que mi rostro denota que definitivamente no soy de Rusia.
─No, estoy ahora en Estados Unidos, pero he venido a hacer tour por Italia y Francia tenemos algunas oficinas allá y tomamos talentos jóvenes, nos gusta representarlos, somos una extensión de Nova’s en esos países.
─Excelente, ¿Cómo ven el fútbol de Italia? Es uno de los más competitivos…
─Oh, sin duda alguna… hay muchísimo talento por explotar, es muy productivo.
Los dos hombres comienzan a hablar, y aunque amo este tipo de temas me urge ir al baño, me disculpo un momento y me retiro rápidamente a los baños de mujeres, por el camino me encuentro con varias personas, entre las cuales hay jugadores, esposas, managers, pero no veo a Jonah por ningún lado. Finalmente llego al baño donde hay una chica arreglándose el maquillaje, no la reconozco, debe ser la pareja de algún jugador, ella me sonríe en un saludo y se retira sin darme tiempo de devolverlo, me encojo de hombros, entro al sanitario y luego  salgo al espejo para retocarme el rojo labial que me apliqué al arreglarme, miro al espejo y es cuando noto a alguien recostado en la pared lateral.
─¡Rayos! ─me quejo, dejando caer mi bolsa al suelo con todo dentro, incluyendo mi teléfono─. ¡Me asustaste!
Nathaniel Rivers se encuentra recostado a la pared de brazos cruzados, está vestido con un traje sin corbata, camisa negra con dos de los botones superiores abiertos, dejándome ver un poco su tatuaje, me ve de arriba abajo y suspira, pero no dice nada, frunzo el ceño nerviosa, se ve precioso, su cabello está algo despeinado, pero no le hace ver menos elegante, ni menos atractivo.
─¿Qué? ─pregunto, él se frota su labio inferior con su pulgar, niega levemente con la cabeza pero no dice nada, me encojo de hombros y me vuelvo al espejo ¡Bien! ¡Juguemos a los mudos, entonces! Vuelvo a tomar mi labial rojo y empiezo a aplicarme.
─Si yo fuera tú, no perdería tiempo en eso ─dice, me giro a mirarlo y veo que me señala el labial, alzo las cejas, incrédula.
─¿Ah, no? ¿Por qué? ─pregunto cruzándome de brazos. Tomando impulso, Nate se aleja de la pared y camina lentamente hacia mí hasta que me hace levantar la cabeza para verle.
─Porque definitivamente voy a quitártelo ─susurra, luego me toma de la cintura fuertemente y me aprieta contra él─; Justo así.
Y entonces me besa, fuerte, profundo, sin pedir permiso en absoluto, toma mi boca con la suya en un gesto desesperado, necesitado, donde parece querer demostrar algo, no usa su lengua, sólo promete lo que sé que no cumplirá, pero pese a ese conocimiento, sucumbo a sus encantos, a su esencia. Bruscamente me deja ir por un momento y luego, con suma suavidad, tira de mi labio inferior cuidadosamente con sus dientes.
No abro los ojos porque intento concentrarme, así que él toma mi barbilla con una mano y me sacude levemente para hacerme abrirlos.
─No sé quién es el idiota con que has venido, y no me importa, dije que esta noche serías mi cita, y lo serás… Y por favor… No me hagas repetirlo…
─¿Q-Qué…? ─pregunto descolocada y aún aturdida por el beso, sin embargo, intento darle sentido a lo que dice, de alguna manera está controlándome, y no reacciono, es como si hubiese apagado el interruptor de mi cabeza.
No me deja hablar, porque vuelve a tomar mi boca, ignorándome, me toma de los muslos y me sube al mostrador de mármol del baño, metiéndose así entre mis piernas que lo aprietan en sus costados, tira de mí hacia el borde, intenta pegarse de una manera contra mí, pero mi vestido es tan ceñido que no se lo permite. Gruñe.
Me toma de mi trasero ¡De mi trasero! Y me coloca contra la pared, apoyando mi peso en ella y subiendo un poco el vestido para que el corte de la pierna le deje arrugarlo en mis caderas y así encajarse conmigo. Suelto un suspiro.
─¿Qué haces? ─pregunto, cuando su atención se dirige a mi cuello.
─Así te siento más… ─Respira contra mí, apretándome fuerte, y sí que lo siento aún más, muchísimo más…
─Nate… ─susurro necesitada, pero olvido por completo lo que quiero decirle cuando sus labios besan un punto de mi clavícula que me hace estremecer.
─Me vuelves loco… ─susurra de vuelta, levanta su cabeza y mira mis labios, admirando su obra, debo de tener el carmín de labial corrido por toda mi boca, aunque él no tenga rastro de mancha en su bello rostro─. Querías provocarme con este maldito vestido…
─¿No te gusta? ─digo esta vez siendo yo la que toma su boca sin dejarle responder, siento como Nate toma con sus puños la tela de mi vestido arrugado como si quisiera romperlo.
─Lo que no me gusta es que no puedo quitártelo ─gruñe.
─Tienes tres deseos… ¿Por qué no los usas?
─Cuando te haga mía, será porque tú misma lo has pedido, de otra manera, no me interesa… ─dice él con cierto brillo en los ojos y respirando agitadamente, me roba un último beso, húmedo y sonoro, y se va… Dejándome allí…

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